Singapur y Nueva Zelanda están colaborando para establecer un único sistema de facturación electrónica, eliminando así las barreras al comercio B2B transfronterizo. Nueva Zelanda ya se ha asociado con Australia para establecer un estándar común de facturación electrónica.
En contraste, en la Unión Europea, a pesar de contar con una legislación común en materia de IVA y facturación electrónica, cada país sigue implementando sus propios procedimientos nacionales, fragmentando el «mercado único» más de lo que lo unifica.
En unos pocos años, la UE enfrentará un proceso obligatorio de convergencia, conocido como el proyecto ViDA (VAT in the Digital Age), destinado a unificar todos los procedimientos nacionales de facturación electrónica. Esto ocurrirá justo después de que se hayan invertido enormes cantidades de tiempo y recursos, tanto por parte de las administraciones como de las empresas, en desarrollar regulaciones locales e implementar aplicaciones y procesos que podrían quedar obsoletos rápidamente.
¿No es irónico? ¿No estamos malgastando recursos? ¿No podríamos seguir el ejemplo de Singapur y Nueva Zelanda?
Probablemente me jubile antes de que la norma común de la UE sea una realidad. Para entonces, la facturación electrónica ya no será importante para mí. Aunque espero observar el caos que se producirá cuando los agentes económicos sean conscientes del embrollo en el que nos encontraremos en un par de años.
Aun así, espero que entiendan que esta reflexión solo pretende advertirnos de que debemos estar preparados para el arduo trabajo que tenemos por delante. Espero que al final valga la pena.
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